Días más tarde del ataque por parte de los errores, Josué había aprendido a llamar a su espíritu elemental a voluntad propia, por lo que Jocelyn estaba encantada, pero por tener la oportunidad de tocar el pelaje de Zogro.
La chica realmente adoraba al zorro blanco espiritual y este no parecía tener molestia alguna en ser acicalado.
Se reveló también que el nombre del Rey del Hielo era Jaden. Él era otro descendiente de Xamián más en este mundo, aunque con una historia peculiar por el lado de su padre. Ya que este había permanecido en congelación debido a una enfermedad que era incurable durante su infancia. Habían pasado años desde que se encontró un tratamiento, y él fue rescatado años atrás y pudo crecer siendo adoptado por otro descendiente de Xamián, llegando a formar una pareja con una mujer con la que tuvo a su hijo, es decir, el actual Rey del Hielo.
La madre de Jaden era la reina regente, y el padre del muchacho, su pareja, por lo que Jaden poseía sangre de usuario astral y de usuario hielo en sus venas.
Jaden le contó a Josué y a Jocelyn que tenía una hermana que decidió dejar su puesto de princesa para embarcarse a una aventura por el mundo, siendo inspirada por las historias que escuchó sobre el Heredero del Bien.
Jocelyn tenía puesta la mirada en aquel muchacho, lo que ponía algo celoso a Josué, y la chica parecía disfrutar de aquello que causaba en él.
Aunque la cabeza de Jaden parecía puesta en el hijo adoptivo del Tempus, ya que era su deber unirse a lo que estaba por suceder.
Durante una noche, todo parecía demasiado tranquilo. Josué se fue a dormir sin preocupación alguna en su mente, mientras el mundo seguía su curso.
Se encontró a sí mismo observando el surgimiento de un nuevo Astragore, siendo el chico de nombre Joshua el nuevo rey en el Reino Astral. También vio como en su antiguo hogar las cosas comenzaban a estabilizarse después de que los seguidores de Destraik provocaron cosas terribles allá.
Fue en ese momento que observó lo peor. Aquellos que seguían al Señor del Mal tenían un ejército ya en su poder. Estaban construyendo algo sobre la cima de «La Montaña Del Caos», además de construir poderosas armas con las que comenzaban su invasión a Ciudad Capital una vez más.
Con un poderoso cañón, la ciudad más grande del mundo quedó hecha añicos, incluso no les importó matar a parte de los suyos con tal de lograrlo.
Con ello, las distorsiones del espacio y el tiempo se volvían más comunes, abriendo paso a mayores apariciones de aquellos seres conocidos como los «errores». Estos comenzarían a atacar todos y cada uno de reinos y causarían millones de muertes con su toque dañino para todo ser viviente.
Una gran serpiente emergería para destruir el mundo.
«¡BUSCA AL PRÍNCIPE DEL REINO DEL ESPACIO!»
Con esas palabras, Josué se despertó de golpe. Se le podía ver muy agitado, mientras que Jocelyn le aguardaba de la mano.
–¿Qué está pasando? –Preguntó el chico a la muchacha.
–Dímelo tú. No dejabas de gritar. Te escuché desde mi habitación. Trataba de despertarte, pero no lo conseguí.
–Creo que vienen cosas terribles a este mundo. Si lo que vi es una visión del futuro, los seguidores de Destraik preparan un terrible artefacto para...
–Descansa. –Dijo Jocelyn–. Mañana lo discutiremos con mi tío.
–No creo que se deba esperar. Hay alguien que debo encontrar. Es el príncipe del Reino del Espacio.
La chica preguntó cuál sería la razón para buscar a aquel desconocido, por lo que Josué respondió que eran los usuarios del tiempo y el espacio los que debían de detener las distinciones espacio-temporales que significaban un gran riesgo para la humanidad.
–Suena muy peligroso. ¿Y si una de esas cosas te toca?
–No puedo huir más de mí destino. Si n hago nada, incluso tú estarás en peligro. Y si uno de ellos me toca y me desintegro, al menos fue hermoso tener de vuelta una familia. Mi padre adoptivo me ha devuelto la sensación de ser querido. También estás tú. Por alguna razón no quiero que te sucedan cosas terribles. El cruel destino de la descendencia de Xamián muchas veces es el de morir joven. Te extrañaré, pero al menos...
–Eres un idiota. –Protestó Jocelyn–. Si mueres no podrás extrañarme. Será tu fin y no habrá algo más.
–En eso te doy la razón. Pero si no hago nada, mayor será el peligro. Jocelyn, sé que para ti tal vez no soy más que un extraño, pero quiero pedirte que si me pasa algo, tú cuides de mi padre. No me importa si no soy su hijo biológico. Le tengo un gran aprecio por ayudarme a ser feliz nuevamente.
–Suena a despedida. Me niego a ser tu secuaz. Me iré a dormir.
–¿Me podrías devolver mi mano antes de irte?
Jocelyn había seguido tomando la mano de Josué durante el tiempo que transcurrió la charla y sin darse cuenta, por lo que el comentario del chico la había puesto roja como un tomate.
–¡Tonto! –Dijo ella, dando una bofetada al muchacho y yéndose después.
–Lo peor de todo es que en realidad quiero protegerla porque en realidad creo que me enamoré de ella con todo y lo agresiva que es. –Comentó Josué, luego de haberse quedado solo.
Luego de aquello, el chico pudo dormir por el resto de esa noche de manera más o menos tranquila, pues no tenía idea de en que momento sus visiones podrían hacerse realidad. Lo único que su corazón deseaba era que no fuera al día siguiente.
Al amanecer, Josué se arregló rápidamente para hablar con su padre. Tenía algo en mente que era peligroso, pero tenía el deseo de hacerlo desde su corazón.
Afortunadamente el Tempus descansaría ese día y se podía tomar cualquier momento para escuchar al chico. Aunque siendo el gobernante del Reino del Tiempo, el hombre ya esperaba a Josué desde temprano. Se encontraba en una banca, contemplando el cielo.
–Te estaba esperando, Josué. Aunque seguramente ya lo tenías contemplado. –Comentó el Tempus a su hijo adoptivo.
–Creo que no necesito responder aquello, papá. –Expresó un feliz muchacho–. Te agradecer por estos dos años que atesoro mucho. Extrañaba mucho la calidez de una familia. Gracias a ti lo volví a sentir. Me has devuelto muchas cosas más y...
El Tempus se levantó y dio un abrazo al muchacho. Josué rompió en llanto. Pronto tendría que abandonar su nuevo hogar para protegerlo y eso le hacía sentirse vulnerable.
–No necesitas largas explicaciones. –Dijo el Tempus al muchacho–. También sé lo que quieres decir. Sé bien que vas a regresar a salvo. Aunque no lo vi, te lo aseguro. Confío en ti, hijo.
–¿Y por qué tengo tanto miedo? –preguntó un desconsolado Josué.
–Es muestra de lo humano que eres, Josué. –Comentó el Tempus–. Irás a enfrentar lo desconocido a pesar de ser tu deseo. Es normal tener miedo.
–No estarás solo. –Dijo el Rey del Hielo, acercándose a ese par–. Ya envié una carta a mi hogar en la que expresé mi deseo de cooperar con el Reino del Tiempo un poco más.
–Siempre tan formal. –Dijo Josué al chico–. Te lo agradezco.
–¡De mí no te olvidas! –Expresó una agitada Jocelyn–. ¡Al fin doy contigo, tonto!
–¿Y eso a qué viene? –Preguntó un confundido muchacho.
–Es bastante obvio que Jocelyn se te unirá en este viaje. –Expresó un sonriente Tempus–. Es lo que ella desea.
–¡¿Eh?¡
–Ya escuchaste a mi tío. Entre más seamos, mejor nos podemos cuidar.
–¡No se diga más! –Expresó Jaden.
–No me ayudes. –Gruñó Josué, aunque los demás ignoraron su comentario.
–Si nos vamos directo al Reino del Espacio, tendríamos que atravesar un camino más largo debido a las enormes rocas que hay vía marítima en lo que sería el camino corto.
–Tendremos que viajar al Reino Tierra por medios terrestres para acortar camino.
–¡Vamos! –Gritó una alegre Jocelyn.
Y mientras más caminos y destinos se enlazaban, Aroik preparaba otro golpe más. Parte de su ejército viajaba rumbo al Reino Tierra y otra parte más estaba llegando cerca del Reino Astral.
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