
Su nacimiento trajo la nueva luz a su mundo, siendo su ojo izquierdo la luna y el derecho el sol. Desde las alturas estelares de Kush, en su recinto celestial, Meruel vigilaba cada ser y fuerza que vagaba por su mundo. Las vistas a veces eran monótonas, otras veces divertidas y otras dramáticas, en especial cuando llegaron los Nechers, quienes había vuelto después de haber dejado de visitarlos milenos antes de que el naciera.
Tenía un milenio que Meruel había llegado a la mayoría de edad junto con la libertad de cumplir sus deberes sin la supervisión de los adultos, o casi libre. Antes de que el naciera, sus padres fueron el sol y la luna de Kush, por ello consideraban que era muy inexperto para heredar tal deber o que mejor se dedicara a otras cosas antes de ejercerlo. Pero Meruel no tenía interés de vagar por la tierra, y menos con tanto conflicto que se armaban los adultos. Prefería tenerlos vigilados para extorsionarlos ante sus deseos y sentirse superior. Era el más joven de su raza y el único nacido hasta la fecha, pues sus padres y tíos fueron creados por Sbiumeker.
Cuando vio al Soberano que volaba a su recinto nublo con su mano la vista aérea de la zona donde estaba Hor. Dedun aterrizo en el ventanal y retrajo sus alas para volverlas su túnica. Prendió una ramita gruesa de hierbe verde que desconocía y se paseó por el lugar fumando su extraño incienso con placer. Meruel ya lo había descubierto en el pasado con esa cosa, pero seguía sin descubrir de donde lo importaba.
—Doble D—lo saludo Meruel molesto por su intrusión— ¿qué te trae por aquí?
Dedun camino con pasos seguros y mirada afilada al chico, viendo por encima de su fachada de ingenuo.
—Me preguntaba porque los Negoogunogumbars tardan tanto en comer, o porque aún no me has notificado de sus muertes—dijo y se detuvo en el punto donde estaba la zona referida.
—Tuvieron pleitos internos, nada grave.
—¿En serio? Es raro conociendo lo rígidos que son con sus costumbres—cuestiono.
—Nosotros también somos “rígidos” con nuestras costumbres y no por eso nos la llevamos tranquilo—comento y lanzo una fruta que atrapo con la boca.
—¿Dónde están los Nechers?
Meruel casi se atraganta y lucho por disimular.
—Las Ojo Solar tienen todo bajo control—respondió rápidamente—, el babuino y sus perros están fuera de ser un peligro. Los leones están ocupados pelando entre ellos y los Sangre de Atum pasan desapercibidos. Todo en orden.
—¿Y el niño bonito y su bestia?
—En su oasis, como siempre—respondió y luego le dio una sonrisa cómplice—. ¿No vas a preguntar por My lady? —Dedun lo miro con los ojos entrecerrados y soltó en su cara el humo que exhalo. Meruel tosió y retrocedo de un aleteo— ¡Coff! ¡Coff! ¡¿De dónde sacas esta porquería?!
—Si no te gusta ¿para qué te lo digo?
—Se murió un anciano en Kerma y una mujer en Meroe, para que tengas algo que hacer—Dedun lo ignoro y siguió dando vueltas con su placer culposo invadiendo el recinto del chico—. ¡Ni trabajas, ni me dejas a mí! —El adulto se detuvo junto a la colección de lanzas y olfateo una en particular. Meruel se tensó un poco e intervino con coraje— ¡¿porque siempre invades mi privacidad?! Si no te vas, le diré a…
—¡¿Le dirás que cosa a quién?! —lo encaro en alto y sin miedo tomando esa lanza en particular, haciéndolo retroceder—. Si tú me delatas, te arrastrare conmigo. Pichón traidor—se acerco con la lanza al punto geográfico y la clavo hasta casi penetrar el suelo—. Ese Sangre de Atum estuvo aquí ¿verdad? Le contaste del trafico de niños. Confiesa.
—¡Claro que no! —se defendió sabiendo que Dedun encontró huellas de olor en esa lanza— ¿Por qué le diría?
—Para recuperar a los niños de tu culto—argumento—. Siempre lloras cuando debes sacrificar a tus mocosos. Ni siquiera yo me lamento y eso que la mayoría son de mi culto.
—Por que si sacrificamos a los de los demás cultos se darían cuanta de tus sucios negocios con esos monstruos—agrego sin disimular su rencor.
—Y mantendrás tu pico cerrado si no quieres que revele tus “descuidos de vigilancia”.
El joven kushita no se podía defender, desde que era pequeño, Dedun se las había ingeniado para manipularlo y enredarlo en sus negocios que no conseguía cuando sus hermanos vigilaban. Meruel no se percató en ese tiempo por su inocencia y ego de verlo todo. Veía a Dedun como un tío genial con el que tenias aventuras y secretos mutuos, pero al crecer comprendió las tranzas cuestionables en las que termino siendo cómplice. Su temor era que sus padres supieran sus errores y que recibiera un severo castigo. Maldecía el día que se dejo llevar por su tío y que ahora debía parchar tanto que lo estaba carcomiendo.
—Dime que estaban haciendo aquí esos nechers.
—Ok—se resignó Meruel—. Si estuvo aquí, pero vino porque el niño bonito le dijo—mintió sabiendo que Dedun reaccionario enfadado al escuchar de Nefertum—. Pregúntale a Anaka, ella es testigo de que Hor me amenazo con esa lanza porque no le quise decir nada—dicho eso, el adulto se enfureció más—. Pero obviamente, mi pico permaneció cerrado.
—Ese apestoso perfumista—dijo entre dientes y tiro su incienso al piso.
El chico se relajo y se acercó con cautela.
—¿Y por qué piensas que ellos tienen algo que ver con los Negoogunogumbars? Tomaron una ruta comercial, pasaron lejos de su campamento sin darse cuenta—el adulto lo analizo y el chico alzo la mano en señal de decir la verdad—. Al amanecer puedes ir a dar la vuelta para colaborar que este todo en orden si no me crees.
El saco la lanza en un movimiento rapido y amenazo el cuello de Meruel antes que lo evitara. Debajo de ese incienso, estaba un guerrero temible. No por nada le dejaron la labor de custodiar las fronteras y llevar a los muertos al más allá. Meruel se sentía como Hor frente a él. Joven y débil ante alguien tan fuerte y superior sin miedo a equivocarse con sus acciones.
—Si pierdo negocios con los Negoogunogumbars—amenazo empujando la punta contra su cuello para que retrocediera de espaldas—, te enseñare como someto a los demonios del inframundo. Y ya no tendrás a tus papis para intervenir por su “niño” —lo acorralo contra el muro y inclino la lanza a punta con el corazón—. Y una cosita más…no vuelvas a ocultarme lo que suceda con los Nechers. No podemos darnos el lujo de perder a las Ojo Solar, o, despídete de tu oportunidad de volverte completamente macho—y lo libero cuando Meruel asintió. Le entrego su arma sin interés e invoco sus alas para retirarse—. Iré a trabajar, el viejo Sbiumeker no puede salir del inframundo por las almas…para mi desgracia.
Dedun se retiró volando, descendiendo a la tierra por aquellas almas que lo esperaban para su viaje al más allá mientras Meruel se dejó caer sobre su peso lleno de rabia. Lanzo la lanza con la fuerza de atravesar una columna y grito. Todo lo que dijo Dedun era verdad: sus padres, en especial su papa, acetarían una pelea entre ellos sin cuestionar solo porque el ya era un “adulto que sabe defenderse”. Además, de que servía demostrar tu virilidad si no había hembras para cortejar.
Desde que su credaor, Sbiumeker, se enfadó con sus hijos creados, se encerró en el inframundo y jamás les apoyo en la reorganización de Kush. Varados y sin haber desarrollado gran cosa en el desierto que heredaron, ellos se vieron en la necesidad de pedir ayuda a las demás razas. De esa forma, comenzaron las alianzas y auxilios con las otras creaciones. Sin embargo, la mayoría con las que interactuaban no eran la gran cosa y estaban igual o peor que ellos. Y es que había otro problema que impedía el crecimiento y progreso de muchas razas de su especie: la reproducción de sus miembros.
Los Soberanos eran una especie hecha a semejanza de los Creadores, cada Creador formo su raza según le pareciera. Los había diseñaron con la capacidad de crear y procrear, siendo la segunda la más complicada. Traer a la existencia a un Soberano comúnmente era de forma sexual, existían casos asexuales pero bastantes raros e inciertos, el inconveniente era cuando en la raza había pocas hembras o estas no lograban concebir. También, la longevidad eterna de su especie les generaba desinterés por preservarse, pudiendo pasar eras sin necesidad de tener descendientes. No visualizaron el problema hasta que descubrieron las amenazas cósmicas que ponían en peligro el orden de sus creaciones.
Algunas razas notaron que tener más individuos no solo les fortalecía, sino que cada nuevo Soberano desarrollaba o aportaba algo para la estabilidad de su creación. Y justo ese problema era el que tenían los de Kush, eran apenas siete en ese entonces y con otras razas volviéndose potenciales amenazas. Eran cinco machos con dos hembras, de las cuales una se entrego solo a uno y la otra fue compartida por tres hasta que alguna fuera preñada.
Tardaron millones de años y ninguna concebía. Recurrieron al método asexual, pero Sbiumeker los diseño de forma que esto no pasara, y cuando lo intentaban solo creaban seres inferiores. Los espíritus solo eran imitaciones de ellos, no heredaban su genética a nivel de poder, autoridad y complejidad, eran simples creaciones que de alguna forma les servirían para algo, menos para preservar su especie.
Sus esperanzas cambiaron cuando una Soberana singular llego accidentalmente a Kush, una Necher de la Sangre de Atum. Con el tiempo más de ellas visitaron Kush de formas esporádicas e interactuaron con los kushitas, revelando la supremacía de su raza y de Kemet, su hogar. Poseían una marca singular en su espalda baja (un círculo rojo con bordes dorados) y se decían llamar “El Ojo Solar”.
Por mucho tiempo, los machos intentaron cortejarlas para mantenerlas en Kush, cada que una se escapaba con ellos, pero los Camefis enviaban por ellas de regreso a Kemet. Dejaron de venir milenos antes de que de Amesemi al fin lograra embarazarse del padre de Meruel y la situación interna en Kemet impidiera que ellas huyeran de su hogar. Cuando Hor y su familia llego con dos de ellas, rápidamente los ayudaron sin titubear. La primera vez que Meruel las conoció en persona, cayo ante su letal belleza y, conforme las vigilaba, entendió el por qué los suyos se aferraban tanto a ellas.
Envidiaba a Hor. Él tenía toda su atención. Los Nechers tenían hembras de sobra y bastante cotizables. Meruel y sus tíos no tenían a ninguna. No permitirían bajo ninguna circunstancia el perder la conexión con ellas, y aun sabiendo que la Kandake que gobernaba Kush las veía como una amenaza a su estatus.
Meruel bajo la mirada nuevamente a Hor.
Lo enviaba, pero también era el único “amigo” que ha tenido, por mucho que le cueste admitirlo. Era el único chico de su edad que conocía hasta la fecha, la mayoría de su especie eran adultos mayores de cinco millones de años, y uno que otro milenos mayores que ellos. Tuvieron pleitos, pero el tonto salvo a sus niños de los Negoogunogumbars sin pedírselo. Prácticamente, le regreso el favor que le debía. Su plan de cobrárselo con la promesa de una Ojo Solar como futura esposa se esfumo.
Requeriría nuevos trucos para su tablero. Si quería ganar, debía saber jugar…y Hor era pieza clave para obtener la victoria. Hurgo en una caja donde guardaba notas y cartas privadas. La reciente estaba escrita con sangre sobre piel humana. Dedun no era el único que lo amenazaba con guardar secretos, la diferencia era que este secreto podría tumbar los planes de todos…o servirle a su favor.
14Please respect copyright.PENANAyOGD851J7N
“Mantén a esas Ojo Solar lejos del conocimiento de los demás, están bajo mi responsabilidad. Apedemak”.
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