Después de la tormenta viene la calma. Demasiada para mi gusto.
Pilar en proyecto nuevo viajando de una ciudad para otra, a duras penas podíamos hablar por la noche. Thomas era un ente, también andaba esclavizado con un nuevo proyecto.
Después de todo lo que pasó no me animaba a proponerle nada nuevo. Vivimos la vida aburrida de casados, trabajar, hacer comida, dormir plan fines de semana una que otra revolcada pero nada del otro mundo.
No tenía nada más que hacer que dedicarme de lleno a escribir mi primer libro: Asmodeus. Lo que inevitablemente me llevaba a hablar con Alice y Lorena.
Las cosas con ellas cada vez se ponían más candentes y no solo me escribían también me regalaban extractos de sensualidad y migajas de su lujuria. Fotos, videos y palabras.
Toda esa excitación me tocaba liberarla a escondidas en el baño por temor de que le molestará verme masturbarme a su lado mientras hablaba con ellas.
La tentación de verlas era inevitable. Aunque en la historia del libro iban a estar juntas, me moría de ganas por tenerlas y disfrutarlas así fuera por separado. Así fuera un ratico.
Cómo buenos demonios buscaron mil formas de hacerme carecen tentación. Aún ni sé cómo pude aguantarlo.
Proponerle algo a Thomas en ese momento iba a ser un error, en vez de acercarlo a mis planes y iba a recibir un no rotundo.
Me dediqué a coquetear con ellas a seguirles el juego por separado, ellas ni se conocían y yo no iba a servirles de puente para ello. Traté de mantener el fuego en bajo.
Mi única esperanza era el libro. Esperaba que apenas Thomas lo leyera tuviera el antojo de hacer realidad ese momento.
***
No tener sexo y libertad para hablar con Thomas me afectaba. Llegué de nuevo a un punto en que no era capaz de escribir ni una palabra.
Con él tan ocupado que a duras penas teníamos relaciones una vez a la semana y eso porque yo lo buscaba, empezó a resurgir de las cenizas el monstruo de la inseguridad y los celos.
Empecé a alimentarlo con ideas retorcidas y locas. Recordé que entre más grande iba ser más difícil matarlo. Tenía que parar con esa incertidumbre y estupidez antes de perder el control de nuevo.
***
Una mañana me levanté decidida a cambiar todo esto. Convencida de que podía recuperar la buena vibra que teníamos antes del suceso con la vecinita.
Dejé el libro en pausa, en ese momento no era mi prioridad. Más bien me dediqué a recuperar la confianza que había perdido con Thomas.
Lo animé a salir, dedicarnos unos días para nosotros, ir a comer, a cine, a tomarnos unas cervecitas y volver a hacer picardías en la calle. Hasta lo invité varias veces a motelear.
Unos cuantos fines de semana saliendo y lo convencí de regresar a La Villa, mi máximo lugar de inspiración. Es como nuestro santuario de la perversión y luego de morbosear unas cuantas nenas, se encendió el fuego que había quedado de las cenizas.
Definitivamente las rockeras y metaleras son nuestra perdición. Allá las hay por montones, de todos los gustos, colores y sabores.
En una de las visitas a los bares, nos tocó una mesera con un chocker y unas tiritas que se metían entre su escote. Él notó de inmediato mis ganas, toda la noche estuvimos bebiendo y hablando lo que se nos antojaria hacerle. No se presentó la oportunidad para decirle nada, pero prometimos que algún día nos la íbamos a robar.
Nos llegó a calentar tanto la conversación que estábamos pasados con los besos y caricias en el bar. Nos tocó irnos para la casa a calmar las ganas, sin tantas miradas encima.
Al fin tenía de vuelta y a mi delicioso, pervertido y loco amor. Toda la tensión, estrés y mala onda fueron exorcisadados por los múltiples orgasmos que me sacó esa noche.
***
Al otro día desperté con una sonrisa de oreja a oreja. Solo se me ocurrió abrir el portátil, crear un nuevo documento y escribir.
"Estamos de vuelta y nos vamos a follar el mundo"
Sonreí, apague el portátil, convencida de que esas palabras se iban a convertir en verdad.
Prepare el desayuno, lo coloque en una bandeja.
Desnuda y únicamente con un corto delantal de sirvienta encima lo desperté.
No probó bocado, pero si les puedo asegurar que quedó bien comidito.
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