El Zedlon miró a sus hijos, un tanto apologético; no obstante, los ánimos de los cuatro no eran los más alentadores para él.
“Creo que ya es tiempo que nos expliques qué es lo que está sucediendo” Mina, cruzada de brazos, miró a su padre airadamente.
El Mëentu notó inmediatamente que sus cuatro hijos estaban molestos, en especial Mina, aunque también estaban algo asustados “Mina”
“¿Qué? Ahora no tienes excusas, no tienes a dónde ir, no tienes sembradíos que atender ni rescatados que asistir; y todos merecemos una explicación de por qué nos han traído de esta manera hasta acá…” los ojos negros de la Ballos parecían una hoguera, tratando de quemar vivo al objeto de su ira “…y de lo que pasó con Olda”
“Hija” Rymalan intentó serenarse después del ataque de emociones de sus hijos ―todo se sentía como la primera vez que había experimentado su poder de Zedlon. Las semanas que había pasado sin haber sentido ni una sola energía gracias a la cuerda de Enthy lo habían dejado acalambrado―. Luego de respirar profundamente, el Zedlon dio un pequeño paso en dirección de su hija.
Pero Efraz se interpuso entre su padre y su hermana ―pues ya en alguna ocasión anterior, su padre había intentado abofetear a Mina por sacarlo de sus casillas. En aquella ocasión, había sido Zaskhea la que se había colocado entre ellos, siendo esta la receptora de la mano iracunda de Rymalan―. “No, padre. Mina tiene razón. Es hora que nos digas qué es lo que tú y mi madre ocultan”
Rymalan cerró los ojos. Era difícil concentrarse y no perder su poca paciencia al estar siendo bombardeado por las emociones no procesadas de sus hijos. La que más le hacía perder la razón era Mina, quien, desde pequeña, lo había desafiado por… bueno, pues, básicamente por todo. De repente algo cambió.
Lyngba abrazaba a Ynme, mientras lágrimas de dolor y desesperación rodaban por sus blancas, aunque sucias mejillas. Rymalan se acercó, arrodillándose justo frente de ella y trató de consolarla “Tranquila, hija. Saldremos pronto de aquí”
Pero eso no la consoló. En realidad, Ynme estaba preocupada por Olda a quien ella quería mucho —si recuerdas ellos no saben que Fiomel lo salvó, pues las guardias se los llevaron antes de que la Zedlon pudiera llegar hasta él—. No querer a Olda era algo imposible, al ser el más pequeño de los hermanos, y a la vez el más bondadoso.
Así que, Ynme miró a su padre dolida “No estoy preocupada por eso. Me preocupa Olda. No sabemos qué ocurrió con él. Los zorros esos dijeron que se iba a morir ese día”
Rymalan exhaló un poco aliviado “Ah, es eso”
“Es eso… ¿es eso? ¡¿ES ESO?!” Mina repitió, alzando su voz cada vez más, mientras manoteaba a Efraz, quien la había abrazado firmemente para evitar que se le abalanzara a su padre. No me lo han confirmado, pero estoy convencido de que Mina tenía intenciones de golpear a su padre.
“Mina, tranquilízate” su padre le dijo en su voz de mando.
Lyngba, quien normalmente y al igual que Olda siempre trataba de mantener la paz, sorprendió a Rymalan cuando le reclamó “No padre, no puedes silenciarla más. Mira en que estamos metidos, gracias a que nos obligaste a salir a atender los campos ese día. Ahora no sabemos nada sobre Olda ni Do ni Zaskhea, ni de mamá. Como te dijeron, ahora es el momento en que nos des la explicación que nos merecemos”
Rymalan los miró, uno a uno, haciendo contacto visual, indagando las energías que cada uno estaba expidiendo. Después de un rato, decidió acercarse a los barrotes de la estructura de madera, dándoles la espalda a sus hijos. Procesar sus emociones era difícil cuando era bombardeado constantemente por las de sus hijos. Varios minutos pasaron, y el Zedlon, rindiéndose, dejó rodar por sus pómulos las pocas lágrimas de las que sabía era capaz.
Algunos otros minutos después, se volvió, aún cerca de los barrotes de madera, y se deslizó hasta el piso, donde se sentó. Después exhaló y los miró de nueva cuenta “Siéntense. Es una larga historia”
Tres de sus hijos hicieron caso, la otra no. Sí, ya sabes quién.71Please respect copyright.PENANAt956QhJDy5
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