El forastero se sentó en la playa, frente a la casa de Rymalan, a observar el mar, no importando la lluvia que caía sobre él. Las tres semanas que llevaba como huésped en la casa de Rymalan no le habían apagado el inmenso júbilo y satisfacción que le provocaba recibir el agua de lluvia en todo su cuerpo, incluso si se empapaban sus ropas.
Eazon seguía maravillado que las precarias condiciones que las Pad Du habían impuesto en cada rincón del continente, no se habían siquiera atrevido a tocar estas lejanas tierras.
Mientras tanto, a lo lejos del lugar, Olda y Lyngba regresaban de los plantíos de coco. Con cada paso que daban, algunos de los frutos que habían cosechado se golpeteaban entre sí, dentro de las redes que los jóvenes llevaban atadas a sus espaldas.
Cada Ballos venía saboreando un coco entero, abriendo de esa manera, su implacable apetito. Al acercarse lo suficiente a la casa, observaron que el rescatado estaba solo, sentado en la arena.69Please respect copyright.PENANA55nItfuluI
“Señor Eazon, ¿quiere comer un poco de coco?” Lyngba le ofreció la mitad de uno de los frutos.
“Muchas gracias, muchacho” el hombre aceptó gustoso.
Olda lo miró curioso “¿No se sentiría mejor adentro de la casa?”
“No, ¿por qué?”
“Porque la mayoría de los náufragos que llegan a la isla detestan tanta lluvia”
“Ya veo” dijo Eazon mientras comía un poco de coco “Yo, por el contrario, me siento a gusto debajo de la lluvia. En mi pueblo ha dejado de llover desde hace años, y la extraño mucho”
“¿Ha dejado de llover?” Lyngba ladeó un poco su cabeza a la izquierda.
Eazon lo miró detenidamente “¿Acaso ustedes tienen familiares en el continente?”
La pregunta del continental los tomó a ambos desprevenidos, pero, ultimadamente, ellos sabían que su única familia se encontraba en esta isla; Olda le respondió “No, ¿por qué lo pregunta?”
“Porque en mi pueblo habitaba una pareja muy parecida a sus padres. Por eso pensé que quizás fueran sus familiares” el rescatado devolvió su mirada al horizonte, seguía asombrado de la vista de la cual era, en ese momento, privilegiado.
“¿A qué se refiere?” Lyngba se agachó, colocándose en cuclillas a la derecha de donde Eazon se encontraba sentado, haciendo que los cocos en la red en sus espaldas tocaran la arena.
“Muchacho, yo vengo de Noli, ahí todos tenemos piel oscura. Claro, no como los oriundos de Davân; sin embargo, oscura. Ustedes parecen nativos de Vyân, con su piel tan clara. Me sorprende que sus pieles no se hayan oscurecido, si viven aquí desde hace años y se la pasan labrando la tierra. Pero quizás la lluvia afecte un poco.
“Me desvío” dijo mientras agitaba su mano frente a su cara “Mira, mi pueblo se asienta a las faldas de un volcán. Es muy pasivo, no ha erupcionado nunca. A pesar de esto, no hay nadie en todo el pueblo que se atreva a subirlo, porque un río de lava corre desde la cima hacía un cráter justo en medio de la gran estructura.
“Pero, curiosamente, cerca de la cima vivía una pareja de pieles blancas como las suyas. Por años los vi en el pueblo, y su piel no oscurecía, a pesar del sol. Sus ojos tampoco eran oscuros, como los tuyos y de tu hermano. La mujer, igual o más alta que tú, tenía sus ojos del mismo color de su madre, ámbar, o al menos de unas tonalidades muy parecidas.
“El hombre tenía los ojos color rojo. La primera vez que los veías, pensabas que ese hombre era malvado; pero el señor era un hombre muy amable, que comerciaba un poco de comida con nosotros.
“Cuando desperté, después de que su hermana me encontrara tendido en la playa, me impresioné al ver a su padre ahí. Por un momento pensé que era aquel hombre, hasta que observé los ojos ámbar que tiene. Y luego recordé que, a esa pareja, bueno, nunca los vimos salir del pueblo; siempre se encontraban en sus tierras, sin molestar a nadie, ¿me entiendes?
“Pero hace ya más de veinte años que nadie en el pueblo ha visto a la pareja. Desaparecieron, no sabemos qué pasó con ellos” Eazon exhaló profundamente y tomó otro pedazo de coco que procedió a masticar, pensativo.
Los Ballos, ya estaban sentados en la arena. Las redes que llevaban originalmente atadas a sus espaldas, ahora eran abrazadas fuertemente por cada uno, como si fueran una clase de escudo. Los jóvenes, desconcertados, se miraron a los ojos, miles de preguntas les pasaban por la mente.
Olda se aclaró la garganta, y preguntó a nadie en específico “¿Hay más gente como nosotros?”
“Supongo que sí” Lyngba contestó después de un rato, aunque parecía más bien, que estaba contestando una pregunta que se había hecho a sí mismo.
Los tres, continental y ambos Ballos, permanecieron silenciosos en la playa, bajo la lluvia, hasta que Zaskhea se apareció junto a ellos “¿Qué hacen aquí? Señor Eazon, me temo que, si permanece mucho tiempo bajo la lluvia, se enfermará” dijo en un tono maternal.
Él le sonrió brillantemente “No se preocupe por eso, señorita. Estoy muy a gusto bajo la lluvia, parece que me da un abrazo después de un largo rato de no vernos”
Pero la Ballos observó que en realidad Eazon estaba un poco letárgico, así que le tomó una mano y se percató que, en efecto, el continental ya tenía fiebre “Olda, Lyngba, ayúdenme a llevarlo a la casa. Ya tiene fiebre”. Sin embargo, sus hermanos seguían pasmados con la revelación que les había hecho Eazon, así que Zaskhea no tuvo más remedio que darles un pequeño golpe en la cabeza “¡Les estoy hablando!”
“Auch” ambos protestaron en unísono.
La Ballos no se detuvo a disculparse, en cambio les ordenó “Ayúdenme a llevar al señor Eazon adentro, ya tiene fiebre” 69Please respect copyright.PENANAtCjWXBTCTj
“De acuerdo, de acuerdo” Olda contestó, mientras se sobaba el sitio que su hermana había golpeado.
Poco después, con el auxilio de los tres, el rescatado regresó a su cama con ropas secas, sucumbiendo ante los efectos de la fiebre, mientras Fiomel le preparaba una infusión de hierbas.69Please respect copyright.PENANATQd4XiGmyl
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