La llegada del nuevo año siempre le proporcionaba a Zaskhea un renovado sentido de motivación. La joven solía pensar ‘este año sí lograré encontrar mi lugar’. Y, con esto en mente, engalanó con varios ramos frondosos de flores coloridas la sala de estar y el comedor de su casa.
Sus hermanos, Olda y Lyngba colocaron la mesa y los asientos que serían utilizados durante el banquete que Rymalan, Fiomel, Do, Efraz y Mina preparaban en la cocina. Mientras que los ventanales de las habitaciones fueron meticulosamente limpiados por su hermana, Ynme, y adornados con las mejores cortinas con las que contaba Fiomel en su repertorio.
Alrededor de mediodía, cuando todo estuvo completamente dispuesto, podías observar cómo los suaves rayos del sol iluminaban la gran mesa de madera e incluso hacían parecer que las flores brillaban por cuenta propia.
Ya acomodados en sus asientos, los asistentes a la celebración se deleitaron con los abundantes platillos que la familia de Rymalan había preparado y entre los que se encontraban: pescados rostizados con varios tipos de vegetales, estofado de venado, jabalí con salsa de frutos silvestres, pavo ahumado, gallinas rellenas de mariscos, salchichas de pavo, cerdo, camarón y cangrejo, varios tipos de quesos, y mucho pero mucho pan. Para el postre disfrutaron de algunos tipos de panes frutales y frutas en almíbar, pero el verdadero postre fue el que Fiomel preparaba siempre que sus hijos cumplían años o en el día de intercambio de año, y al que nadie se podía resistir: un helado de pétalos de rosa con una jalea de ciruelas amarillas y trozos de galletas de almendra. Hmm, casi lo puedo saborear.
Después de ese festín, los Zedlon contaron varias historias sobre su infancia y algunas anécdotas de sus padres. Todo sonaba increíblemente aburrido para los más jóvenes, que pronto comenzaron a salir de la casa para recorrer la costa mientras jugueteaban en el agua tanto del mar, como la de lluvia que caía.
A pesar de ser de lo más aburridas las historias contadas, Murdice y Zaskhea permanecieron en la casa con los mayores, quienes ahora ya intercambiaban historias en Brichea Andii, lo que hizo que Murdice se sintiera excluido de la conversación.
El Brichea Andii es el lenguaje de los Rhelmu y los Beelef. Si bien es cierto que algunos de los descendientes de los siete aprendieron este lenguaje, Follen se rehusaba a que sus hijos lo aprendieran; más no así Rymalan y Fiomel, quienes sí permitieron que Zaskhea y Efraz lo hicieran, pues ya se acercaban a su cumpleaños número veinte, y a la decisión de vivir una vida corta o una prolongada.
Zaskhea estaba fingiendo tener una conversación con Murdice cuando en realidad se encontraba muy atenta a la plática que estaban teniendo los demás, pues desde que Mhylan y Dolan habían llegado a su casa ese día, comenzó a sentir algo inusual que el forastero le evocaba, y no sabía explicárselo.
Cuando su primo le tocó el hombro para llamar su atención, ella brincó un poco en su asiento y lo miró extrañada “¿Qué dijiste? No te entendí”
“Te pregunté si querías ir a caminar por la costera, aunque podemos ir al bosque si así lo prefieres, o simplemente salir de aquí” Murdice repitió esperanzado mientras le murmuraba la última parte.
“Eh, sí. Adelántate, en un segundo salgo” le contestó la joven, aunque no lo miró. Ella esperó a que Murdice saliera de la casa, se volvió a sus padres y les dijo en un murmullo “¿De qué están hablando, padre?”
“¿A qué te refieres?”
“Nuestro… ‘invitado’ dijo algo sobre Murdice y algo sobre su, ¿tiempo? O, algo así” curiosa, Zaskhea miró a Dolan.
El invitado le devolvió la mirada.
“No, regba, te equivocas” su madre le dio algunas palmaditas en su mano “Él se refería a que se acerca la hora del resplandor de la luna”
Su madre la interesó “¿Cuál resplandor?”
“El resplandor que ocurre cuando hay cambio de ciclos” le contestó su padre “Cada vez que sale la luna, el sol da un último ‘respiro’, y al dar paso a la luna se observa un resplandor; pero es tan pequeño que si no lo conoces te lo pierdes”
“Ah” Zaskhea se quedó bastante intrigada con el resplandor del que hablaban. Ella era una ávida observadora de cada cambio de ciclo, pues sentía una conexión especial con la luna; y ahora que lo mencionaban era que se daba cuenta que ella nunca había observado el resplandor del que hablaban Dolan y sus padres. Tendría que poner más atención en el próximo cambio.
“¿Por qué no sales con tus hermanos? Me temo que nuestra conversación sólo incrementará en aburrimiento y nostalgia” su padre le sonrió brillantemente.
La joven asintió a sus padres y se excusó con los demás invitados, aunque siguió sintiendo una extraña sensación por todo lo que había ocurrido.
Al salir de la casa, Murdice, ya la esperaba con una orquídea entre sus torpes manos. Él, bueno en realidad todos, conocían la debilidad de Zaskhea por las flores, sobre todo aquellas de colores brillantes. Así que, el primo de la joven la miró con sus piscinas negras, esperanzado. Te digo piscinas porque sus ojos tenían una profundidad que muy pocas personas tienen, incluidos los Mëentu y el jefe militar de los Pimaatiltle; no sé de qué otra forma describirlos.
“Gracias” Zaskhea no tuvo más remedio que tomarlo, recibiéndolo con muy poco entusiasmo. Algo nada evidente para él.
“Sé que te encantan, y no quería que pasara esta ocasión sin darte uno” Murdice la tomó de la mano y comenzó a caminar hacia la costera “No me has dicho si quieres caminar por aquí o por el bosque. Quisiera que nos pusiéramos de acuerdo en lo que le diremos a nuestros padres”
“Ahm… Vamos con los más pequeños” Zaskhea dijo mientras soltaba su mano, rascando su cabeza.
Mientras caminaban hacia sus hermanos, él iba parloteando por milésima vez sobre los planes que tenía a futuro. Exactamente en donde quería vivir y cómo era que iba a construir su casa, pero primero tendría que hablar con su padre para que le ayudara a comerciar algunos bienes y así obtener materiales de primera calidad para la construcción de una pequeña casa. Además, estaba construyendo un pequeño bote que le permitiera pescar más allá de las orillas del mar y el pequeño riachuelo de la aldea.
Cuando encontraron a sus hermanos, algunos minutos después de que Murdice proclamara a los cuatro vientos lo que tenía pensado hacer por enésima vez, los jóvenes pasaron un agradable tiempo jugando en el agua.
Llegó un momento en el que todos se distrajeron cuando Efraz y Murdice tomaron a Ynme por manos y pies para arrojarla mar adentro, y Zaskhea aprovechó esa oportunidad para desaparecer hacia su refugio. En ese lugar, ella podía convivir con sus dos cosas favoritas, las flores del bosque y la brisa del mar que llegaba a la isla, y de la cual ella siempre pensó que le traía un deseo proveniente desde el continente. A pesar de que nunca tuvo claro cuál era ese deseo.
Al llegar al lugar, se volvió a sentir rara, como si Dolan estuviera junto a ella. Se dijo a si misma que estaba en un lugar apartado y que él ni siquiera pensaría en acercarse allí; entonces se aproximó a su árbol favorito y suspiró profundamente, dejando salir todo el agobio que esta festividad le había traído en ese momento.
Aunque, si era honesta, en el año que había concluido, le había sido particularmente difícil sobrellevar las conversaciones con Murdice y sus tíos, lo cual no le había ocurrido antes. Tenía que admitirse que, desde que sus padres le habían comenzado a enseñar esa nueva lengua, algo había cambiado en ella. Y por supuesto que también tenía que reconocer que, por alguna razón que ella no entendía, Murdice se había vuelto más empalagoso en los tratos que tenía para con ella. Lo cual hacía que se sintiera… desesperada; casi obligándola a correr hacia el horizonte, y no mirar atrás.
Las lágrimas que le provocó reconocer sus sentimientos rodaron por sus mejillas hasta las raíces del árbol “Perdóname amigo, siempre te aflijo con mis problemas” dijo mientras posaba las palmas de sus manos sobre el gran tronco.
Alguien se rio entre dientes por detrás de ella.
La joven volteó rápidamente pero no vio a nadie. Probablemente fue el viento proveniente del mar, pensó mientras negaba ligeramente con la cabeza y se volvía de nueva cuenta hacia el roble.
Pero la risa se escuchó de nueva cuenta y esta vez alguien apareció entre los árboles, en el lado opuesto del claro.
“¿Qué haces aquí?” Zaskhea se dirigió al Mëentu extraño mientras entrecerraba los ojos.
Él le contestó de una manera despreocupada mientras se recargaba de hombros sobre el tronco de un pequeño roble “Sólo paseo en los terrenos de tu padre, ¿tienes alguna objeción?”
Zaskhea se colocó una mano en la cintura mientras señalaba con la otra sus alrededores “Técnicamente estas paseando en mis terrenos, por lo que sí, sí tengo objeción”
Dolan cruzó los brazos, indiferente “Ah, olvidaba que ustedes viven de acuerdo al régimen de Gbëenafgu”
“¿Yan…gu? ¿De qué hablas?”
Él negó ligeramente con la cabeza, mientras se acercaba al árbol favorito de la Ballos “Quisiera que me explicaras, ¿qué te hace pensar que al árbol le interesan tus problemas?” Dolan inclinó la cabeza un poco a la izquierda, mientras posaba sus ojos ámbar sobre los negros de ella.
A pesar de su gran altura, un metro noventa y tres centímetros, Zaskhea sintió que miraba a Dolan tres metros por encima de su propia estatura. No obstante, logró hacerse de un argumento para poder debatirle al Mëentu, sin hacerle notar que de cierta manera se sentía, ¿intimidada?, ¿acongojada?, o quizá tenía indigestión, ¡quién sabe! “Y yo quisiera que me explicaras a qué te referías con que a Murdice ya se le acabó el tiempo”
Él jaló su cabeza hacía atrás y se alejó de Zaskhea “Así que, sí entiendes el Brichea Andii”
“Un poco”
“Hmm” Dolan, dándole la espalda, asintió vigorosamente su cabeza “Es muy poco lo que hablas, pues eso no es lo que dije, como bien te explicaron tus padres yo hablaba del resplandor de la luna antes de que haya cambio de ciclo”
Ella no respondió, pero lo miró fijamente.
“¿Alguna vez lo has visto?” él preguntó, girando un poco la cabeza hacia el lugar donde ella se encontraba, pero sin mirarla del todo.
“No” Zaskhea inclinó la cabeza hacia el suelo. Se sentía un poco indigna de mirar tal acontecimiento, pues hasta ahora era inconsciente de su existencia.
Dolan alzó un poco sus hombros, como con pereza “No me sorprende, es poca la cantidad de Mëentu que puede distinguirlo”
¿Mántu? ¿De qué habla esta persona? “¿Por qué hablas tan raro? ¿Qué significan todas las palabras que salen de tu boca?”
“¡Ja, ja!” él río descaradamente “*Ale peinhy” [“¿Te confundí?”] 55Please respect copyright.PENANABG1LV1OkPi
“¡Claro que no!”
Ahora Dolan giró a medias para volverla a ver “¿Segura?”
“Sí. Para tu información entiendo muy bien el Brichea Andii” Zaskhea le replicó mientras lo señalaba con uno de sus carnosos dedos.55Please respect copyright.PENANA9qmLek8GS6
“Si tú lo dices” Dolan giró su cabeza y dirigió su mirada por encima de las copas de los árboles “Ya es hora”
“¿El resplandor?”
Él asintió levemente mientras se hacía paso entre los árboles para llegar a la costa de la isla. Ella lo siguió.
Para cuando los dos llegaron a la costa, el sol llegaba casi al borde del horizonte, y la luna comenzaba a aparecer más clara en medio del cielo. Súbitamente un rayo de luz, que no provenía del sol, iluminó el cielo, mientras que el mismo sol desaparecía completamente por detrás del horizonte.
Zaskhea se quedó sin aliento ante tal espectáculo.
Por su parte, Dolan pronunció suavemente unas palabras “Todre malune cina nama” [“El calor apaga al fuego”].
Ella lo miró de forma alentadora “¿Sientes bochornos? Ya te acostumbrarás”.
—Aquí hago una pausa para explicarte, hijo, Zaskhea confundió la palabra todre con tedro, que significa bochorno, lo cual haría que la frase dicha por Dolan sonara así: ‘El calor es bochornoso’—.
Él movió la cabeza mientras reía disimuladamente y comenzó a caminar sobre la playa. Zaskhea observó la espalda del Mëentu mientras le sobrevenía de nueva cuenta esa añoranza.
La nostalgia que desbordaba el cuerpo de la joven hizo que Dolan se detuviera unos metros adelante, girara y la mirara afligido, sin saber qué hacer. Por un instante, en los ojos de ambos, se vislumbró algo más que la pesadumbre de esos sentimientos tan arraigados en sus seres. Él, por obvias razones, se pudo percatar de algo diferente, aunque le costaba nombrarlo. Ella, sin embargo, siendo Ballos y algo distraída… está bien, muy distraída, no se percató de nada de lo que pasó entre ambos durante ese breve instante.
Zaskhea tomó consciencia de sus alrededores y parpadeó rápidamente, tratando de hacer que su tan conocida amiga se disipara, y fue cuando notó que varios metros por detrás de Dolan había algo que no debía estar ahí. Pero, como no podía estar segura de lo que estaba viendo, caminó hacia aquello que había llamado su atención, dejando por detrás al Mëentu.
Al llegar se encontró con un hombre de tez oscura, inconsciente y tumbado en la playa. Seguramente algún pescador que ha naufragado, pensó ella. Los cuales no eran tan poco comunes, como tú o yo creeríamos.55Please respect copyright.PENANAJ7yKpULEiG
Dolan, que ya había llegado al lugar, se hincó sobre la arena y se acercó al hombre “No está muerto” haciendo que ella soltara el aliento que inconscientemente había retenido.
La joven miró al Mëentu “Llevémoslo con mis padres”
El asintió, y repentinamente cargó al extraño sobre su hombro, como si pesara menos que una pequeña rama de árbol, sorprendiendo a Zaskhea por su habilidad. ―Según lo que me han dicho las damas, Dolan exhibía características excepcionales, al igual que un cuerpo de envidia. Más eso no puedo confirmarlo ni negarlo por el momento―.
Ambos caminaron sobre la costa, de vuelta a la casa de Rymalan, y a enterarse quién era el hombre.55Please respect copyright.PENANAfzjARXmh9T
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