Rymalan y sus hijos fueron llevados hacia el continente a través del mar-desierto por la guardia humana y la guardia de zorros.
Durante los largos días en que la guardia los hacía caminar, para el Mëentu, su paradero era desconocido; la guardia lo podía estar llevando en cualquier dirección, y él no sabría a dónde. La sorpresa de Rymalan no era porque no conociera la tierra, sino porque el continente estaba devastado. A medida que avanzaban, grandes porciones de tierra, que alguna vez albergaron selvas o bosques, ahora estaban desiertas: sin árboles, sin animales y sin agua. El continente aparentaba ser una gran extensión de las zonas más áridas del desierto del norte.
Además de su desconcierto por la situación de la tierra, Rymalan temía por sus hijos, pues durante todo el trayecto los guardias los mantuvieron alejados de él, completamente atados, y alimentados muy pobremente ―ya que únicamente les daban de comer y beber una vez por cada dos ciclos; al contrario de la guardia, que comía dos veces cada ciclo―. Esto les privó a los Ballos algo que siempre habían tenido en abundancia, pero que al parecer nunca habían apreciado, la comida. La rica comida de su madre. Efraz e Ynme fueron los que más padecieron en esta situación.
Los zorros, por su parte, mantuvieron al Mëentu atado (de esa manera no posaba ningún tipo de amenaza en contra de nadie); por lo que, algunos soldados de la guardia de humanos tenían que turnarse para alimentar al Zedlon en la boca. Algo que, como podrás imaginarte, le desagradó bastante.
Y así, pues, pasaron los días, que se hicieron semanas, y pronto Rymalan se vio arribando a un edificio hecho de piedra, en una locación desconocida. Aunque él estaba completamente seguro que se encontraban en algún sitio de Fyepye, a juzgar por el clima que los había recibido en el lugar; pues a pesar de que la tierra estaba desierta, todavía podía percibir la primavera en el ambiente.
El edificio que ahora miraba era algo inusual para las construcciones rurales que él llego a conocer décadas atrás, cuando había pasado algún tiempo en el continente (o de las propias construcciones de la isla en donde se había asentado con su familia), empezando por el hecho de que este lugar contaba con varios pisos y ventanas de vidrio, una gran pared de piedra rodeaba a la estructura, y las puertas eran grandes y de metal, no de madera. En ese momento, él supuso que la edificación pertenecía a las Pad Du, de las que Eazon les había contado hacía meses.
Tanto el Zedlon, como los Ballos, fueron llevados a través de un pequeño patio al interior de la estructura. Ya adentro, los llevaron por un pasillo a una habitación en el fondo del edificio, que probablemente era la cocina, pues ocupando la gran parte de la pared a la izquierda, había un gran horno de metal, y en el piso, rodeando al horno, una cantidad absurda de costales de granos. Los guardias que los iban escoltando los guiaron hacia la pared de la derecha, donde abrieron una puerta de madera, y ahí los hicieron descender por unas escaleras de piedra.
Al bajar, Rymalan notó un largo pasillo, con varios cuartos asegurados con rejas metálicas, iluminado pobremente con unas cuantas lámparas de aceite.
La guardia llevó a los Mëentu a través del angosto pasillo de piedra, hacia un cuarto que tenía una reja de metal que los recibía, de barras anchas y pesadas, y que los mantendría encerrados ahí; y, por dentro, un armazón de madera, que ocupaba toda la celda. Esa estructura de madera estaba confeccionada de los mismos materiales que la cuerda con la que habían atado a Rymalan durante todo el viaje; es decir, era una estructura de Enthy. Todo el punto de esa estructura era evitar que Rymalan pudiera atacar a sus captores, y así, escapar. Y quizás también sus hijos, aunque la guardia estaba cien por ciento segura de que los Ballos eran inofensivos.
“Llévame con tu superior” Rymalan exigió altaneramente a un miembro de la guardia, quien sólo río y lo introdujo a la celda.
Otros dos miembros de la guardia hicieron que los Ballos entraran también a la estructura de madera dentro del pequeño cuarto, aunque antes de darse la vuelta para marcharse, aflojaron un poco las cuerdas que mantenían a los Ballos unidos. Los guardias salieron rápidamente del lugar, cerrando ambas estructuras firmemente. Los pequeños Mëentu batallaron un poco para deshacerse de la gruesa cuerda con la que los habían atado, y que ya les había causado heridas en la piel expuesta.
Cuando al fin pudieron liberarse, Efraz y Lyngba ayudaron a liberar a su padre, quien también seguía atado firmemente con la cuerda de Enthy. Todo se dificultó aún más porque dentro de la celda no había lámparas que pudieran iluminarlos ni guiarlos en su tarea. La única lámpara en el lugar se encontraba por fuera del cuartucho en donde estaban, y aunque les iluminaba un poco, no hacía lo suficiente como para facilitar la labor.
Varios fueron los minutos que pasaron entre los esfuerzos de los Mëentu por deshacerse de las ataduras que restringían a su padre, y la llegada de una persona que ninguno de ellos conocía.
“Así que, ¿tú eres Rymalan?” un hombre de melena y barba blancas, con facciones muy duras y ojos negros como la noche se les apareció del otro lado de las puertas, mirándolos entre los barrotes de la celda. Sus vestiduras eran de satín en colores morado y negro, con finos bordados en color dorado y plateado.
El Zedlon y sus hijos giraron bruscamente hacia el hombre que había hablado “¿Quién eres tú?” Rymalan le preguntó de vuelta.
Pero el hombre sólo lo vio de arriba abajo y rio locamente. No puedo describírtelo de otra manera, sólo sonaba… loco. Sin otra palabra a los capturados, el hombre regresó caminando por el pasillo de piedra hacia la antes cocina, las piedras haciendo eco de la perturbadora risa.
Ese encuentro había dejado al Mëentu algo consternado. Eran pocos los humanos los que se le habían acercado tan silenciosa y sigilosamente sin que él, con sus poderes, pudiera detectarlos, así que este hombre tenía algo especial en él. Aunque bueno, en ese momento Rymalan recordó que estaban encerrados en una gran estructura de Enthy, por lo cual no podía estar seguro de lo que pasaba por fuera de la celda. 55Please respect copyright.PENANAMQC8mxQkrQ
Otra cosa era lo que ocurría por dentro.55Please respect copyright.PENANAMeiZ066nHv
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