En la casa, Do se había levantado de su cama y se había dirigido a la cocina, aburrida de la tarea manual que su madre le había dejado esa mañana —estaba tejiendo unas nuevas cortinas para la sala de estar, con un fino hilo de algodón que su madre confeccionaba—; pero cuando llegó (brincando, pues todavía no podía utilizar su pierna rota), se sorprendió al ver que la comida estaba medio hecha, y el estofado de carne seguía en la lumbre, a pesar de que no había nadie en la cocina.
Un poco agitada, la joven se sentó para retomar fuerzas y trasladarse a la sala de estar, donde podría utilizar un par de sillas para descansar la pierna, que ya le comenzaba a molestar. Cuando se sintió con la suficiente capacidad de hacer el viaje de la cocina a la sala de estar, tomó aire y comenzó a brincar sobre su pie sano.
Tendrás que saber que la cocina de la casa de Rymalan, si no lo había dicho antes, se hallaba ‘detrás’ del comedor familiar, y no había ninguna otra manera de entrar a ella, excepto por la puerta trasera de la casa, que a su vez te llevaba hacia el bosque.
Entonces, Do se tenía que hacer camino hacia la sala de estar cruzando todo el comedor; pero al entrar a esta habitación, algo hizo que levantara la mirada, y a través de los grandes ventanales, confundida, observó que faltaba el mar. La Ballos se río entre dientes, incrédula, seguro solamente estaba soñando, pensó.
Algo en la periferia de su mirada llamó su atención. Ella giró un poco la cabeza y observó cómo su hermano gemelo, mal herido, estaba siendo transportado por su madre y hermana hacia la casa. Sin importarle el dolor, Do corrió hacia la puerta principal de la casa, usando ambas piernas, más, en el proceso, se golpeó la rodilla de su pierna lastimada con una silla de madera; esto le provocó un gran dolor que hizo que dejara ir todo su peso hacia su otro lado y cayera de rodilla sobre su pierna sana. ¡Auch!
Aunque el dolor que sus piernas le causaban era insoportable, Do estaba más preocupada por su pequeño hermano, pues una sensación extraña le había nacido en el pecho; así que, armándose de la última energía que todavía poseía, se arrastró hacia la puerta principal, pero, incluso antes de que ella pudiera acercarse lo suficiente como para tomar el pomo de la puerta, esta se abrió de golpe, dejando entrar una ráfaga de viento.
Su madre no le prestó demasiada atención, a pesar de que ella estaba tumbada en el suelo, y junto con Zaskhea se dirigió hacia su habitación, que estaba más cerca que cualquier otra (pues era la habitación contigua a la sala de estar). Ahí depositaron gentilmente a Olda en la cama, al tiempo en que su hermana gemela se deslizaba torpemente desde la entrada principal hacia la habitación de sus padres.
“Zaskhea, desvístelo, ponle una túnica seca y arrópalo bien. ¿Do? ¿Do?”
“¡Aquí estoy!” gritó desde el suelo de la sala de estar.
Fiomel salió apresurada de su habitación “Hija, háblale a tu hermano, no dejes que pierda el conocimiento”
“Pero, ¿qué pasó madre?” la Ballos preguntó.
Más su madre había saltado sobre el lesionado cuerpo de su hija más joven sin detenerse a ayudarle y mucho menos a darle cualquier tipo de explicación.
La pobre Do siguió arrastrándose hacia la habitación y encontró a Zaskhea cambiando las túnicas sangradas de su gemelo “¡Zaskhea! ¿Qué pasó?” la joven exclamó asustada.
“¡Mez!” su hermana mayor tiró las empapadas prendas al suelo y le ayudó a levantarse del piso “No lo sé, sólo…” Zaskhea no supo cómo terminar.
Do, quien con la asistencia de Zaskhea estaba ya sentada en una silla de madera, recitó apasionadamente con el fin de evitar sollozar desconsolada “¡Olda! ¡Despierta tonto! ¿Qué acaso vas a rendirte tan pronto? Nuestro barco está encallando, no puedes dejarme abordarlo sola. ¿Quién va a dibujar todos los hermosos monumentos en nuestro camino?”
Afuera de la habitación, Zaskhea se tapó la boca para no gritar desesperadamente. ¿Qué habrá sido lo que ocurrió para que Olda se encontrara en tal estado? ¿Algún animal? Sí, las heridas de su hermano parecían hechas por un animal; pero no por uno que habitaba en sus tierras. Y los demás… ¿en dónde estaban sus demás hermanos? ¿Por qué no habían hecho nada por Olda? ¿Cómo es que lo habían dejado sólo?... Y su madre… ¿Qué era lo que planeaba hacer?... Y Do, y ella, ¿qué podían hacer ellas por él? ¿Ir por el curandero? Pero el curandero se encontraba a más de dos días de la aldea. Aunque la Ballos corriera hasta el siguiente poblado sin descansar, dudaba mucho que eso pudiera ayudar a su hermano. ¡Nada!, ¡nada podría hacer ella! Que inútil se sentía en esos momentos…
Y fue así como un gran hueco se instaló en la boca de su estómago, y la acompañó por los días subsecuentes.
Entretanto, Fiomel había vuelto a salir de la casa, y se había dirigido a un pequeño granero a unos metros de distancia de la casa. Allí tomó una pala para después caminar rápidamente hacia el bosque, a un claro en un pequeño asentamiento de avellanos. La Mëentu, sin perder tiempo, se acercó a una gran piedra que ocupaba un tercio del espacio del claro, cogió la pala y la clavó fuertemente a los pies de la piedra. Y entonces cavó, y cavó, y cavó. Hasta encontrar lo que buscaba, una botella de metal.
Sin preocuparse por recoger la pala, Fiomel sujetó fuertemente la botella y corrió de vuelta a su casa, y a la cocina. Su siempre impecable sentido de la limpieza importó poco en esos momentos, ya que ni siquiera se preocupó por cerrar la puerta trasera, ni mucho menos el lodazal que estaba provocando en el piso. Llegó directamente a la despensa, de donde extrajo una bolsa de muchos compartimentos llenos con una gran variedad de hierbas, algunas que conozco, algunas cuantas más que no. No te describiré cuáles y cuántas eran, pues al contrario de mis hermanos, los Lacnalo, yo no soy estudioso de las plantas, y aparte me podría confundir con ellas.
El caso es que la Mëentu sacó varias hierbas de varios compartimentos, las puso en una pequeña olla y abrió la botella de metal que contenía un agua cristalina. Esta agua era muy especial, pues provenía de una pequeña catarata de la tierra de Thenda, y contenía poderes mágicos regenerativos. Bueno, quizá no eran poderes mágicos, pero sí regenerativos, y era muy recurrida por los Mëentu cuando requerían curar heridas particularmente difíciles de sanar.
Te he dicho que los Mëentu son inmortales en términos del tiempo, ¿cierto? También se ha hecho evidente que hay maneras de herir e incluso matar a un Mëentu; maneras que no describiré aquí para no ponerlos en peligro, por si acaso este escrito cae en manos equivocadas. Lo cierto es que, la mayoría de las heridas, como, por ejemplo, la pierna rota de Do, podían ser curadas fácilmente por los poderes de un Zedlon; pero heridas como las que Olda había sufrido no podían ser sanadas únicamente con esos poderes. Requerían de… algo más.
Así que Fiomel hizo una infusión con esa agua y esas hierbas, y la llevó a su habitación, donde Zaskhea y Do permanecían con su hermano, quien ya estaba medio dormido.
“¡Madre! ¿Qué ha pasado?” Zaskhea recibiéndola en la puerta, le preguntó.
“Ahora no, hija” Fiomel le pidió, postrando una mano temblorosa sobre su hombro. La Mëentu se hizo camino hacia donde reposaba la cabeza de Olda “Regba, debes de tomar esta infusión que te he hecho”, ella le imploró.
“Ungh”
“Yo te la daré, ¿de acuerdo? Pero debes mantenerte despierto hasta que te termines toda la infusión” los ojos de Fiomel ardían, las lágrimas la amenazaban con salir en cualquier momento, pero ella se propuso no llorar en ese momento, no hasta que su pequeño estuviera fuera de peligro. Con un esfuerzo conjunto, Fiomel y Zaskhea hicieron que Olda tomara toda la infusión y la retuviera en su pequeño estómago “Bien, regba, ahora sí, duerme. Duerme todo lo que necesites” Fiomel acarició suavemente la frente de su pequeño hijo y posó sus labios gentilmente sobre ella.
Olda, aliviado cerró sus ojos, y durmió.
Sus hermanas no tuvieron tanta suerte, pues la angustia que les causaba verlo en ese estado, sin poder explicar qué había ocurrido o porqué, les había brotado un millón de preguntas en la cabeza. De hecho, sus ojos se postraban sobre su madre, cuestionándola.
Fiomel gesticuló a Zaskhea y a Do para que salieran de la habitación, las llevó a la sala de estar y les pidió que la esperaran. Además, les dijo que, sin importar lo que vieran en los próximos minutos, no se asustaran y que ella les explicaría todo, una vez que regresara.
La Mëentu no se sentó, sino que volvió a salir de la casa, esta vez por la puerta principal, se adentró hacia la antes playa, y ahí dejó salir todas las lágrimas que había contenido durante la pasada hora. Una vez que tuvo un poco de control sobre sus emociones, utilizó sus poderes para invocar una profunda oscuridad.140Please respect copyright.PENANAMS8CAekVRa
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