Al momento en que Cona llegaba a Mez Orore Alnne ⸺después de atravesar el mar-desierto y haber caminado desde otro pueblo, a varios días de la aldea⸺, al noreste de la isla, cerca del pueblo con mayor asentamiento, una guardia del regente ‘atracó’ en la playa del pueblo llamado Vovye Alngye, o ‘pez del este’. Y cuando te digo ‘atracó’ es en sentido figurado claro está, porque en realidad no llegaron en botes, por lo cual no podían ‘atracar’.
Fue luego de que algunos hombres de la guardia atraparon el poco mar que aún rodeaba a la isla ⸺sólo el agua del mar, claro, porque el agua de lluvia perteneciente al ciclo solar de la isla no la pudieron contener, a pesar de haberlo intentado en varias ocasiones⸺, que una gran manada de zorros atravesó los últimos kilómetros de tierra entre el mar-desierto y la isla.
Sé que me vas a decir que los zorros nunca forman manadas, pues les gusta andar solos por ahí, y te diré que eso es cierto, al menos en este mundo. Por ahora, … sólo créeme.
Bien.
Estas bestias eran imponentes, con pelajes de colores blancos, rojizos, grisáceos o negros. Midiendo en promedio un metro sesenta centímetros de alto, y tres y medio metros de largo (incluidas sus colas), con colmillos del tamaño del dedo meñique de un hombre maduro, los ojos llenos de ira y hambre, y sus patas fuertes como troncos de árboles de roble, macizas e inamovibles.
¿Te puedes imaginar cómo eran? Yo personalmente no los conocí, pero me han dicho que, simplemente mirarlos hacía que toda la sangre se te congelara en las venas y las piernas te temblaban sin control. ¡Uff!
Aunque te parezca insólito —a mí también me parece extraño—, esta manada no era liderada por un zorro alfa, sino por un lobo. Este medía un metro ochenta y cinco centímetros de alto y, cuatro y medio metros de largo; su pelaje era blanco con gris y sus ojos verdes como los tonos del agua del mar. Lo más notable de esta criatura, por si sus medidas no te lo parecieron, era que le faltaba más de la mitad de su oreja derecha.
Pues bien, este lobo se hizo paso a través de la manada de zorros hacia la playa, donde observó todo a su alrededor. Cuando decidió algo, el alfa gruñó a su lado derecho, en dirección a una criatura cuyo color de pelaje hacía que se camuflara con la arena de la playa.
Midiendo únicamente un metro diez centímetros de alto y un metro setenta centímetros de largo, se erguía un pequeño zorro de orejas grandes y ojos cafés, como el lodo en un día de lluvia.
El gruñido emitido por el lobo fue comprendido por el zorro de orejas grandes (aparentemente su segundo en comando), quien a su vez emitió un sonido con su hocico hacia los demás del grupo. Y, como si lo hubieran ensayado más de una vez, los zorros de la manada comenzaron a dispersarse por toda la costa, hacia el norte y hacia el sur de la misma, dejando al alfa y a su segundo en comando solos con la guardia de humanos.
Lobo y zorro se tornaron en ese momento hacia un hombre en particular, que hasta ese momento se encontraba por detrás de la manada. El hombre, de facciones rudas, con un torso muy bien torneado y las piernas igual a las de ellos, inamovibles, tenía una tez oscura, común en los oriundos de las tierras desérticas del norte de Loemân.
Inmediatamente detrás de él, y encabezando al grupo, se encontraban los soldados más letales de la guardia, algunos portaban espadas y lanzas, algunos más eran arqueros. Por detrás de estos, estaba un pequeño grupo a cargo de las provisiones y suministros médicos de toda la guardia. Y, cerrando al gran grupo, iban todos los demás soldados, igualmente, armados con espadas y lanzas.
“Muy bien, líder” el hombre se dirigió al lobo alfa “Mis hombres y yo haremos la búsqueda hacia el centro de la isla, como habíamos acordado”
El hombre de tez oscura se giró para conferirle la orden a su teniente en comando, y este, a su vez, al grupo a su cargo. Así, los hombres y las mujeres que componían a la guardia humana, marcharon sincronizadamente hacia el centro de la isla.
En cuanto desaparecieron de vista, el hombre se dirigió temeroso al alfa “¿Cómo sabré si has realizado la tarea?”
En este momento ocurrió algo que tú podrías esperar de un lobo…
“Sonaam, ¿aún dudas de mi manada? Dime, ¿crees que son incapaces de llevar a cabo la tarea que nos han encomendado?” el lobo alfa dijo con un tono profundo, mientras inclinaba un poco su cabeza hacia la derecha.
…pero en Loemân los animales no hablan, y nunca lo han hecho. Por esta razón, cuando me contaron esta historia, me dieron escalofríos. Algo que, estoy seguro, el hombre llamado Sonaam también sintió.
“No, líder, eso no es… Vaya, yo, eh, yo lo que quise decir es que, bueno, ¿cómo es que mis hombres y yo sabremos que han concluido la tarea? Para que dejemos de seguir buscando y … y… y, no gastemos recursos innecesariamente, claro está” Sonaam terminó, mirando con reserva al lobo, se notaba que en sus venas la sangre comenzaba a moverse más lento.
“¡Ja! No debes preocuparte por eso” el alfa sonrió chueco, mostrándole a Sonaam una hilera de grandes colmillos amarillentos “Sé que eres relativamente nuevo en el campo, por eso Cetem te acompañará” el lobo señaló a su segundo a cargo con el hocico, sobre su hombro izquierdo “Él te dirá si deben continuar buscando”
El pobre hombre de tez oscura, palideció al escuchar esas palabras ⸺parecía un hombre de Terckefa en lugar de uno de Davân⸺. Él esperaba poder concluir la tarea con los hombres y las mujeres que tenía bajo su mando, y sin ningún lobo o zorro alrededor, ya que, después de haber pasado varias semanas con ellos en el mar-desierto, había aprendido que era mejor mantenerse callado y con la mirada baja en presencia de cualquiera de estas bestias, para no causar un exabrupto de cólera.
“¡Ah!, bien líder. Sí. Gracias, líder”
“Sonaam, estoy certero que tu antecesor te dijo mi nombre” el alfa comenzó a rodear al pobre hombre, quien, si es posible, comenzó a palidecer aún más “Y también conozco los rumores que circulan entre tus hombres sobre usar mi nombre, pero debes de saber que no debes llamarme líder para todo. En este momento te otorgo mi permiso para llamarme por mi nombre. Única y exclusivamente a ti”
“Agh, ehmm, se…” la lengua del infortunado Sonaam comenzó a tambalearse en su boca, mientras él mantenía la vista en la arena delante de sus pies “Sí, te lo agradezco. Aunque preferiría seguir llamándote líder, si no te molesta, pues, como dijiste antes, soy nuevo en este cargo y requiero primeramente ganarme el respeto de mis hombres”
Con ojos brillantes, Cetem, se aproximó lentamente al hombre (por el lado derecho de este último), y recargó todo su peso sobre el muslo de Sonaam, hablándole en una voz baja, pero profunda “¿Y qué mejor manera de ganarte su respeto que usando el nombre del líder de la manada de zorros? ¿Eh, Sonaam?”
Pobre hombre. Por si no te has dado cuenta, estas bestias tienen un sentido del humor un poco macabro, o quizás así los imagino. Hmm.
El humano se movió un poco a la izquierda, lleno de miedo por la cercanía del segundo a cargo “Tienes razón, Cetem, pero...”
“¡Ja!” rio el alfa por detrás de él “Cetem, deja de molestar al pobre eptama” el lobo alfa dijo en un tono burlón “Como gustes, Sonaam. Si requieres primero ganarte el respeto de tus hombres, hazlo” el lobo terminó de rodear al humano y dijo autoritariamente “Mientras tanto, ambos deben dedicarse a la tarea encomendada por el regente. No deben parar hasta conseguirlo, ¿han entendido?”
Los dos bajo sus órdenes, hombre y zorro, asintieron firmemente con la cabeza, aceptando las órdenes conferidas, y partieron inmediatamente por el camino que había tomado primeramente la guardia, hacia el centro de la isla.
Permaneciendo en el sitio, el lobo alfa miró por encima de los árboles más cercanos a la costa, sacudiendo el agua de lluvia de su cara y al bajar la mirada las vio finalmente, confirmando su sospecha.
Verás, al momento en que la escena que te acabo de narrar ocurrió, no había nadie en la playa, salvo una niña que se encontraba jugueteando entre las ramas de los árboles y su joven madre, quien se encontraba recogiendo algunos frutos del suelo. Al presenciar la existencia de tan monumentales criaturas, ninguna de las dos pudo mover ni un músculo. La niña iba a comenzar a llorar, pero su madre, inteligentemente, colocó una de sus manos por encima de la boca de la primera. Ambas contuvieron sus ganas de correr al escuchar que el alfa hablaba el lenguaje común, como ellas.
La criatura las observó por un largo rato a través de la poca lluvia que ahora caía. Nadie se movió, aunque ellas respiraban superficialmente.
Los segundos parecían minutos, y los minutos horas.
Finalmente, después de un largo rato, el alfa elevó las comisuras de sus labios, quizá tratando de sonreír, quizá tratando de intimidarlas. No lo sé, y tal vez eso nunca lo sabremos. De cualquier modo, la gran bestia, se tornó a su derecha y hacía el sur de la isla; dejando a la joven madre y a su hija aliviadas de haber sido pasadas por alto.105Please respect copyright.PENANAfyXqS4dzpM
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