Pues, sabrás que la oscuridad provocada por Fiomel no pasó desapercibida por los habitantes de la isla.
Una vez que recuperaron la vista, los humanos afligidos pasaron el resto de la semana en sus casas, sin aventurarse a salir por miedo de la oscuridad. Aunque al ver que no ocurría de nueva cuenta, continuaron con sus vidas.
En esa ocasión, en todas las grandes ciudades de la isla, se planearon y ejecutaron grandes festivales dedicados al sol, su diosa creadora, para aplacar su enojo, y evitar que volviera a oscurecer el cielo de tal manera.
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La familia de Follen, por su parte, aunque se sorprendieron, no actuaron al presenciar la demostración de los poderes de Fiomel; y, aunque sus hijos se extrañaron bastante, podrás imaginarte que él no permitió siquiera que se acercaran a las tierras de su hermano.
Pienso que una conversación de este tipo ocurrió:
Dhyfe: Cariño, ¿has visto que todo se ha oscurecido? ¿Qué ese no es el poder de Fiomel?
Follen: ¡Ah!, ¿sí? No lo sé. Dhyfe, continúa con tus tareas.
Dhyfe: ¿No crees que deberíamos ir a ver qué es lo que ocurre?
Follen: Por supuesto que no iré allá, no después de cómo Rymalan me enfrentó por ese humano.
Dhyfe: Cariño…
En ese momento llegan los hijos de Follen, dando tumbos por toda la habitación a causa de la oscuridad.
Murdice: Padre, mira la oscuridad.
Follen: Sí, Murdice. Gracias por informarnos.
Mnanoz: ¿Qué ha pasado, padre?
Follen: Nada de su incumbencia, ahora sigan con sus tareas. Quiero que tengan todo el maíz desgranado para que lo llevemos mañana a la granja de Mosuiry. Está esperando este grano desde hace un par de semanas.
Dhyfe: No puedes esperar que los niños hagan sus tareas en esta oscuridad, cariño.
Follen: Claro que sí, es más no debieron siquiera moverse de su lugar.
Murdice: Me pregunto si todo estará bien con Zaskhea.
Mnanoz: Ah, ¿ya vas con lo mismo? Si a ella le interesaras vendría a verte, hermano.
Follen: Vayan a terminar lo que les he ordenado, antes de que me enoje. Y que no se les ocurra salir de nuestro territorio, ¿entendieron?
O algo por el estilo.
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Al contrario, en las montañas que Mhylan llamaba hogar, en esos momentos en que Fiomel invocó esa oscuridad tan profunda, la Mëentu paseaba por los bosques de sus terrenos y supo instantáneamente que estaba siendo convocada por su prima.
Ella, sabiamente, esperó parada en el mismo lugar hasta que la oscuridad decreciera, y cuando el cielo comenzó una vez más a clarearse, emprendió su camino de regreso a casa. Al llegar allí, se encontró con un desconcertado Dolan.
“¿Qué ha pasado, Mhylan? Traté de provocar que el cielo se iluminara, pero mi poder no ha servido”
Ella sonrió un poco “Claro que no iba a funcionar, ¿verdad? Fiomel puede producir una oscuridad tan profunda que ninguna cueva en la que hayas vivido le haría competencia”
“De acuerdo, y, ¿por qué hace esto? ¿En un día tan bellamente iluminado?” preguntó él, todavía confundido, mientras señalaba el cielo.
Mhylan tomó aire, inflando sus mejillas “Pues es una señal que ella y yo acordamos la última vez que estuve en su aldea. Quedamos que ella me enviaría una señal si ella y Rymalan necesitaban ayuda”
Él asintió, entendiendo, y después completó “Así que, ¿te vas a ir?”
Mhylan sonrió de manera confabuladora “¿Me quieres acompañar?”
“¿Caminar? ¿Bajo la lluvia? ¿Otra vez?” Dolan se quejó a la vez que le hacía un puchero a ella, de manera juguetona.
“Yo la provoco, ¿sabes?”
El Mëentu cerró los ojos y levantó los hombros “Sí, ya lo sé. Pero, ¿no podrías hacer que deje de llover? ¿Al menos unas horas?” preguntó con una mueca muy evidente en la boca.
“Uhmm, Dolan, el viaje nos va a llevar sólo unos cuantos días, ¿crees que puedas resistir?”
Él hizo una pausa, como si lo estuviera realmente considerando “Creo que no tengo alternativa” el Mëentu movió la cabeza y volvió a alzar sus hombros en señal de derrota.
Mhylan asintió “De acuerdo, entonces ayúdame a juntar unas cuantas provisiones para que partamos de inmediato. Si tenemos suerte podremos llegar al siguiente poblado para el inicio del ciclo lunar. Perfecto para que te cambies la ropa” dijo ella, mientras lo veía de manera burlona, a punto de reír.
“Te puedes reír si quieres, pero yo tomó mucho en consideración la comodidad y la sequedad de mis prendas de vestir” él le reportó algo indignado, pero con una sonrisa en su rostro, presente desde hacía varios meses.
“Me agrada que ahora estés contento, Dolan” ella lo miró con dulzura.
El Mëentu se sorprendió por su candor “¿Qué te hace pensar que no lo era?”
“Tus ojos, y en menor medida esa sonrisa que esbozas desde el inicio del año”
Él se volvió y caminó hacia la habitación que Mhylan le había ofrecido, al tiempo que decía “No sé a qué te refieres”
Ella continuó molestándolo “No creo que les cause una gran impresión a ellos; digamos, no creo que lo noten, sobre todo porque no te tuvieron tanto tiempo melancólico en su casa, pero, sí, es algo evidente” Mhylan se acercó a la puerta de la habitación y continuó “Sería una buena idea que esperaras unos meses más para decir algo al respecto, no creo que ahora recibas una respuesta alentadora”88Please respect copyright.PENANAIpL0rT78to
El Mëentu no contestó inmediatamente. Siguió empacando las pocas prendas de ropa con las que contaba “¿Sabes si todavía sobra pan de ciruela?”
La Mëentu entendió que él no estaba dispuesto a seguir la conversación, así que, resignándose, le confesó “Uhm, no. Me lo terminé ayer en la cena”
Dolan asintió levemente.
Mhylan se acercó a él y le dio unas palmaditas en el hombro “Apresúrate, hay que caminar mucho si queremos llegar al poblado para que te cambies”
Dolan, que ya estaba cerrando la bolsa en la que había empacado sus pertenencias, la miró curioso alzando una ceja “¿Y qué te hace pensar que no lo haría en medio del camino?”
“Querido primo” Mhylan fingió estar escandalizada, mientras se cubría los ojos con una mano “Pero, ¿qué dirán los vecinos si te ven sin ropa? No podré acercarme al pueblo en unas cuantas décadas”
Los dos se miraron y rieron animadamente.
Juntos prepararon las provisiones para el viaje a Mez Orore Alnne. Dolan empezaba a sentir ilusión de volver a esa aldea, en tanto que Mhylan sentía como la pequeña esperanza que había nacido en su primo meses atrás, crecía.
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Después de haber experimentado el poder de su madre, pero sin saber que había sido ella quien lo había provocado, Do se encontraba muy asustada “Madre”, su voz temblaba más que las gelatinas cuando las agitas.
“Pequeñas, debo de confesarles algo” Fiomel, con los ojos hinchados por llorar miró apesadumbrada a sus dos hijas, la más grande y la más pequeña, quienes estaban sentadas en un par de sillas contiguas en la sala de estar; se acercó a ellas, se arrodilló, y las tomó firmemente de las manos.
En ese momento deseó haber sido honesta con ellas y con sus demás hijos antes; pero nada cambiaría lo que ya había ocurrido. Las lágrimas querían volver a hacer presencia en el rostro de la Zedlon.
“¿Confesar qué?” Zaskhea le preguntó, un poco más compuesta que su hermana.
“Su verdadero origen” dijo Fiomel, pero al ver la cara horrorizada de Do, se corrigió “Nuestro verdadero origen”
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